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sábado, 13 de febrero de 2016

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Cuando mis ojos sean encarcelados por las estrellas, tocaré una última balada que es acompañada por el cálido aliento que atraviesa mi camino. Una nube de pensamientos invade mi razón, pero los impulsos de un hombre pueden ser mucho más fuertes. Las almas que llevo conmigo no supieron hacer su labor. Gritaron fuerte mi nombre pero el viento no los oyó. La sangre del impuro es lo único que podría hacerle frente a mi destino, mas las palabras flotan en el aire si no les agregan una pizca de verdad. No es sencillo navegar por el océano que separa los dichos de los hechos; la vida de la muerte.

A pocos metros puedo divisar a mi corazón que está correteando por el bosque en búsqueda de mi sombra. Seis campanadas podrían darle comienzo al renacimiento. Empiezo a contar de atrás hacia delante, esperando por el último impacto contra el tambor cuando, de repente, una loba se posa frente a mí y emite el más suave de los aullidos. Parece estar en posición de defensa, ya que sus orejas se encuentran aplanadas y mantiene el cuerpo pegado al suelo, preparándose para atacar en caso de necesitarlo. No sé si es el miedo lo que me está paralizando, pero me cuesta hacer que mis músculos respondan. Lentamente, y con suspicacia, se va acercando poco a poco. Con cada paso que da, comienza a erguir su cuerpo a la par que el pelaje se le va cayendo. Aquella loba que le susurró a la luna, ahora se convirtió en una mujer que me observa fijamente.

Intento hablarle pero las palabras no ceden, ya que me las roba con cada suspiro que provoca en mi. Desearía poder verme reflejado en sus ojos, pero lo cierto es que mi mirada se perdió en ellos desde ese instante en que la conocí. A medida que pasan los segundos nuestros labios se van juntando como pequeños barcos hasta desembocar en el mar de su garganta. Por algún motivo, mi corazón siente un fuerte impulso por unirse con el suyo y así poder sentir de cerca sus latidos. Una parte de mí se está desprendiendo para acompañar a su ánima dondequiera que vaya.

De ahora en más quien quiera buscarme deberá hacerlo siguiendo el rastro de la luna.