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jueves, 27 de febrero de 2014

Memorias de una vida pasada

Recorrí tantos pasajes por mi vida que no puedo pedir más. Tuve todo lo que alguna vez he deseado; una esposa hermosa, dos hijos y tres nietos. Viajé a los lugares más lindos que he visto en toda mi vida. Pensar que en ese entonces nos comíamos el mundo con mi esposa, y ahora soy solo yo, caminando por el sendero que me queda de la vida.

Extraño un poco la vida de antes. Despertar todos los días al lado del amor de mi vida y ahora, cada noche voy a dormir pensando en la ausencia fría y cruel que dejó en mi cama. Un porta-retratos con la foto de nuestro casamiento me lleva a lugares inimaginables. Cada vez que veo las fotos recuerdo el aroma que solía llevar en su piel. Un cálido abrazo es lo único que desearía tener en estos momentos. Con todo lo que tengo, sólo algo tan simple como eso pido.

Todos los días sueño con ella. Me habla y me recita los poemas que ahora, estando en un mejor lugar, escribe con la misma pasión adolescente de cuando nos conocimos. Sigo guardando su ropa en el armario, acordándome de viejas anécdotas y de cada vestido que de solo verlos me cuentan una historia por si sola.

Por suerte, y para su desgracia, tengo a mi lado a un viejo amigo con el que podemos hablar de lo que sea. Siempre hablamos de lo mismo. Ambos tenemos miedo de quedarnos pronto sin memoria. Por ahora podemos recordar las cosas con suma claridad, pero de vez en cuando nos entran ciertos bloqueos, que se hacen más y más grandes y sabemos que no falta mucho para que la impotencia de la vejez nos termine ganando.

Juntos, nos sentamos frente a un lago. Es increíble cómo cambian las cosas que, con lo poco que hacemos, tenemos el tiempo suficiente para contemplar la naturaleza desde otro punto de vista. Este mismo lago que estuvo frente a mí toda la vida y nunca le he dado importancia. Los niños corretean alrededor nuestro mostrando el espíritu de la juventud. Parejas sonriendo pasan frente a nosotros y se prometen amor eterno. También están los delincuentes que nos traen algunos disgustos, pero ya vi tanto de eso que prefiero evitar pensar en ello.

Algún día será mi turno de estar contigo, amor, y podremos recitar juntos los más bonitos poemas que juntos hemos podido escribir. Tengo algunos guardados para cuando nos veamos, así que prepárate porque en un rato voy a estar allí arriba.

Te juro que si estuvieras aquí las cosas serían distintas. He desaprovechado los últimos momentos que tuve a tu lado, discutiendo día tras día cuando podíamos haber estado reproduciendo nuestro romanticismo por todos lados.

Nuestros hijos están bien, cada uno con su tema. Los nietos están enormes, los que no llegaron a conocerte siguen preguntándome por ti y por supuesto que siempre les digo la mujer maravillosa que fuiste, que eres, y con todos esos momentos tan lindos que pasé a tu lado.

Espero verte rápido, te extraño y no dejo de pensar ni un segundo en ti.