Recorrí tantos pasajes por mi vida que
no puedo pedir más. Tuve todo lo que alguna vez he deseado; una
esposa hermosa, dos hijos y tres nietos. Viajé a los lugares más
lindos que he visto en toda mi vida. Pensar que en ese entonces nos
comíamos el mundo con mi esposa, y ahora soy solo yo, caminando por
el sendero que me queda de la vida.
Extraño un poco la vida de antes.
Despertar todos los días al lado del amor de mi vida y ahora, cada
noche voy a dormir pensando en la ausencia fría y cruel que dejó en
mi cama. Un porta-retratos con la foto de nuestro casamiento me lleva
a lugares inimaginables. Cada vez que veo las fotos recuerdo el aroma
que solía llevar en su piel. Un cálido abrazo es lo único que
desearía tener en estos momentos. Con todo lo que tengo, sólo algo
tan simple como eso pido.
Todos los días sueño con ella. Me
habla y me recita los poemas que ahora, estando en un mejor lugar,
escribe con la misma pasión adolescente de cuando nos conocimos.
Sigo guardando su ropa en el armario, acordándome de viejas
anécdotas y de cada vestido que de solo verlos me cuentan una
historia por si sola.
Por suerte, y para su desgracia, tengo
a mi lado a un viejo amigo con el que podemos hablar de lo que sea.
Siempre hablamos de lo mismo. Ambos tenemos miedo de quedarnos pronto
sin memoria. Por ahora podemos recordar las cosas con suma claridad,
pero de vez en cuando nos entran ciertos bloqueos, que se hacen más
y más grandes y sabemos que no falta mucho para que la impotencia de
la vejez nos termine ganando.
Juntos, nos sentamos frente a un lago.
Es increíble cómo cambian las cosas que, con lo poco que hacemos,
tenemos el tiempo suficiente para contemplar la naturaleza desde otro
punto de vista. Este mismo lago que estuvo frente a mí toda la vida
y nunca le he dado importancia. Los niños corretean alrededor
nuestro mostrando el espíritu de la juventud. Parejas sonriendo
pasan frente a nosotros y se prometen amor eterno. También están
los delincuentes que nos traen algunos disgustos, pero ya vi tanto de
eso que prefiero evitar pensar en ello.
Algún día será mi turno de estar
contigo, amor, y podremos recitar juntos los más bonitos poemas que
juntos hemos podido escribir. Tengo algunos guardados para cuando nos
veamos, así que prepárate porque en un rato voy a estar allí
arriba.
Te juro que si estuvieras aquí las
cosas serían distintas. He desaprovechado los últimos momentos que
tuve a tu lado, discutiendo día tras día cuando podíamos haber
estado reproduciendo nuestro romanticismo por todos lados.
Nuestros hijos están bien, cada uno
con su tema. Los nietos están enormes, los que no llegaron a
conocerte siguen preguntándome por ti y por supuesto que siempre les
digo la mujer maravillosa que fuiste, que eres, y con todos esos
momentos tan lindos que pasé a tu lado.
Espero verte rápido, te extraño y no
dejo de pensar ni un segundo en ti.